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La historia no contada de la familia González de Tramaca

AUGE, CAIDA Y REINVENCION DE UN IMPERIO

Decir "empresario" y no añadir la palabra "riesgo" es dejar la idea inconclusa. Ambos conceptos están ligados de manera indeleble con sus aciertos y dolores.

La existencia humana, según algunos, no pasa de ser la acumulación de claroscuros donde las vicisitudes y éxitos sirven para distinguir o condenar a cualquiera.

En la región de Antofagasta durante los últimos 60 años en el ámbito del transporte pronunciar el apellido González constituía el sinónimo instantáneo para Tramaca, empresa que durante varios lustros años mostró el esplendor de sus máquinas y la importancia de su logotipo que unía con gracia y acierto la "T" y las ruedas del progreso y la mecánica.

Miles de familias, empresas o instituciones ocuparon sus servicios. Lo anterior, llevó a generar vínculos que, en más de algún caso, lograron subsistir en el tiempo.

Para muchos, constituyó también una fuente de empleo en toda la larga cadena que involucra a una empresa de esta magnitud y que a mediados de los 80 alcanzó un extraordinario auge, en momentos no sucedía exactamente eso. Fue, acaso, la combinación de esfuerzos personales, constancia de los clientes y el empeño puesto en servir bien y a tiempo la suma de factores que permitió alcanzar estos resultados.

Después la historia es conocida y por eso es necesario develarla con sus éxitos y también con sus dolores.

Sin embargo, ante todo persiste un conjunto de factores que son los que, sin duda, contribuyen a continuar "empujando el carro" del emprendimiento. Esto ultimo, en el ámbito de las regiones adquiere, a veces, ribetes de heroísmo por los ya indicados riesgos que van siempre de la mano con estos procesos y vicisitudes.

Por esa y otras razones, los vehículos de esta empresa siguen en su empeño por cubrir los caminos en los escenarios que saben de victorias o derrotas. No obstante, están ante todo los deseos y las ganas de demostrar que siempre es posible.

LA HISTORIA

Según comienzan a deshilvanarla los hermanos Manuel, Fernando, Jorge y Carlos González, podría comenzar en 1940 desde las entrañas de un garage con dos protagonistas iniciales: Ismael Macaya y Enrique Cavour.

Tres años después se incorpora Manuel González con lo cual la empresa pasa a denominarse Macaya Cavour y compañía limitada. Así, mientras Enrique mantuvo siempre su condición introvertida, Ismael con su enorme estatura imponía respeto , fuerza y la capacidad de soñar en grande. Hoy a sus 83 años, Manuel González mantiene su vitalidad y energía contagiosa. Es suya la tarea de asumir el mando de la empresa desde mediados del 77 cuando se retiran los otros asociados.

El progenitor continuo hasta el 92, pero los hijos ya habían comenzado a integrarse desde 1975.

CHUQUICAMATA

El mineral de Chuquicamata fue el eje fundamental de las actividades y sus micros amarillas se convirtieron en elemento inconfundible del paisaje. El año 1956 abre la ruta hasta Antofagasta al incorporar los dos primeros buses "ñatos" con motor trasero marca Mercedes Benz.

Más tarde, en 1966,es inaugurado el primer terminal de buses del país en la calle Uribe con la presencia de entonces presidente Eduardo Frei Montalva, el alcalde Floreal Recabarren y el intendente Joaquín Vial Izquierdo.

Su estructura aparecía dominada por la pastelería que era abastecida por el "abuelo" Macaya, quien también era propietario de "la Coquimbana".

La empresa Chile Exploration Company fue esencial para la importacion de una partida de 6 buses desarmados, procedentes de Estados Unidos. En los talleres y en medio de los vozarrones de "Don Manuel" se cumplió la proeza de armar el verdadero rompecabezas que eran los buses norteamericanos, los cuales eran automáticos.

CONTRATOS

Por la década del 60, junto a Tramaca se encontraba Flecha Norte de la familia Letnic. Ambas se embarcaron en la adquisición de media docena docena de buses alemanes. Sin embargo, una serie de dificultades de carácter administrativo mantuvieron retenidas las maquinas en las bodegas de aduanas por mas de 4 meses.

Los hermanos González acudían al expediente de trepar por unos sacos apilados en un sector contiguo a dichos recintos para contemplar las polvorientas e inmovilizadas máquinas.

Recién en 1980, Tramaca logra un contrato distinto con Carolina de Michilla, una empresa semi quebrada de propiedad de CORFO. Una casualidad permitió sellar este acuerdo que dio el punto de partida a la futura expansión minera que siguió con Enaex (Mejillones) y el posterior advenimiento de Minera Escondida.

Las dotaciones y equipos comenzaron a incrementarse y ya en 1976 es escenario se amplía con viajes de buses con pasajeros que afluían a la naciente zona franca de Iquique, Zofri.

Sin embargo, serian muchos los acontecimientos, alegrías y también sinsabores los que acompañarían el desenvolvimiento de esta empresa donde fierros, voluntades y el deseo de servir se amalgamaban en escenarios cada vez más desafiantes y no exentos de nubarrones en sus horizontes inmediatos.

HACIA 1995

Todo parecía indicar que todo marchaba "sobre ruedas". Había numerosos indicios que así parecían confirmarlo: Importantes contratos con empresas de la región, flotas de material rodante de ultima generación y dotaciones que llegaron a empinarse sobre los 2500 trabajadores.

Cada minuto, en algún lugar del país, un vehículo de Tramaca cubría los más variados servicios. Nada hacia avizorar la existencia de algún siniestro de proporciones.

"Si uno le pregunta a un ser humano si piensa que se va a morir, lo más probable es que asuma el tema con cierta indiferencia", es el comentario que formula Manuel González, al evocar aquellos momentos.

Añade que la misma imagen es valida para las empresas que, a veces, llegan a durar cientos de años. Sin embargo, admite que sobrevienen ciclos o periodos de crisis que suelen presentarse del modo más imprevisto.

La compañía mantuvo su sello familiar y giró siempre en torno al negocio del transporte e incluso en algún momento existió la posibilidad, ya transformada en sociedad anónima, de cotizar en la bolsa de valores.

Lo anterior, quedo solo en el ámbito de proyectos que contaban con la asesoría externa de personajes exitosos como Sergio Melnick, Juan Carlos Mendez u otros.

Esta actitud vanguardista fue reconocida incluso por la asociación de industriales de Antofagasta (AIA) que les hizo entrega del premio "José Santos Ossa".

EQUIVOCACIONES

Con todo, el grupo familiar asume la adopción de decisiones estratégicas que resultaron equivocadas. Quizá el excesivo crecimiento o hechos del diario vivir como la masiva incorporación del automóvil o el avión pudieron convertirse en situaciones adversas por parte del mercado.

Así, en forma paulatina los problemas económicos comienzan a acumularse, en especial, el enorme endeudamiento a corto plazo. Las tasas de referencia, superiores al 15%, conspiraron también en contra y la "mochila" se tornó insostenible.

Los acontecimientos se desencadenaron con una cronología que, en momentos, rayó en lo trágico y dejaron su dura huella y enseñanza. Una vez más, aflora la comprobación que para cualquier empresario siempre existirá la disyuntiva: Si no crezco, sucumbo y si crezco mucho sin adoptar resguardos, también puedo sucumbir. A fines de 1998, los propietarios de la compañía optan por dar un paso al costado y la empresa familiar pasó a ser controlada por un consorcio norteamericano.

Los últimos 2 años, 1999 y 2000 siguió navegando con terceras personas, pero resultaron inútiles todos los esfuerzos y, finalmente, sobrevino el colapso.

CRISIS

Los capitales frescos que pudieron salvar a la compañía no llegaron y los primeros días del nuevo milenio sorprendieron a los González sin empleo y con un destino que aparecía muy incierto. No, obstante, aclaran que existía un patrimonio importante de 30 y 35 millones de dólares, que permitió cubrir gran parte de los montos adeudados. Como dato curioso, el sindico fue Don Carlos Saffie, el mismo que cumplió similar tarea en el club Colo Colo.

La parte dolorosa la experimentaron los trabajadores que perdieron parte de los años de servicio, así como el comercio antofagastino que mantenía vínculos con la empresa. El golpe fue bastante duro y en la actual etapa se han retomado muchos de estos contactos, lo cual parece revelar que la confianza no quedó del todo perdida, ni extraviada.

A partir del 96, la familia se traslada a Santiago donde los hijos prosiguieron sus estudios. Primó, en este caso, el espíritu de "aclanamiento".

Sin embargo desde el 2000 en adelante comenzó una lucha muy intensa para intentar salvar la empresa y sacarla a flote una vez más. El 30% resulto insuficiente y un café de la comuna El bosque se transformo en "la oficina" donde se mascullaron dolores y también comenzaron a perfilarse los primeros indicios de una posible solución a la crisis planteada.

NUEVA LUZ

La primera "luz" de la nueva etapa emerge, nítida, a fines de ese año donde tras la liquidación de los activos empieza la búsqueda de recursos para reemprender el camino.

Aquí surgen algunos aportes de la familia Granic y del propio padre que, una vez más, quiso compartir este nuevo esfuerzo.

La primera adquisición provino de un remate consistente en un lote de 16 camiones usados y en mal estado de conservación. La "gracia" de esta subasta es que venia acompañada de un contrato de 4 meses con Minera Escondida.

En este minuto, aparece un gesto que, paradojalmente, provino de empresas competidoras (Tur Bus y Pullman Bus) cuyos propietarios (Jesús Díaz y Pedro Farias) optaron por no pujar y darle una segunda oportunidad a los hermanos González.

LINSA

El 1 de Septiembre de 2000 será una fecha inolvidable para ellos, en especial para Fernando, quien debe retornar hasta Antofagasta y sacar desde sus ex bodegas los camiones (ya rematados) que dieron paso a Linsa, la empresa sucesora de Tramaca.

Con pesar, rememoran que hubo algunos gestos adustos y vueltas de espalda de anteriores amigos. La tarea se reemprendió en un sitio y escritorios prestados por Joel Vilches y Carlos Gutiérrez.

"Aquí estamos de nuevo y nuestra apuesta es hacer las cosas bien", fue la frase que marcó su regreso a los servicios a la minería y reenfrentar el mundo de los negocios con el mismo tesón y dinamismo heredado de los antecesores.

Este se forja en la ruta que no piensan abandonar jamás.

BUSES

Retornar al camino no fue fácil y tras los primeros aprontes con Escondida y proseguir en la tarea de reabrir puertas adquiere un impulso inusitado cuando en 2003, la empresa decide retomar el negocio de los buses.

Curiosamente, el primero de ellos aparece en Mejillones y coincide con la partida de la construcción del complejo Portuario. Hoy se cuenta con una flota de buses que sumados a los camiones que bajo el nombre de Linsa recorren nuevamente los caminos de Chile.

Lo que si está absolutamente descartado es el transporte de pasajeros en carreteras porque se considera que los intereses van en otra dirección.

Manuel, Jorge, Fernando y Carlos González admiten que están en otra etapa. Están dispuestos a enfrentar con madurez y confianza los desafíos que depara el futuro inmediato.

Reconocen que la pena los invadió y que, quizá, no se pudo manejar un entorno que, en algún momento, se torno difícil e inmanejable. "Mi padre nos dijo: Han cometido errores, no horrores", sentencia uno de los empresarios.

Es así como una de las más importantes empresas del transporte en Chile vuelve a renacer desde sus cenizas para seguir la senda que siempre los ha guiado, la excelencia en su servicio

 
   
 
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